lunes, 1 de septiembre de 2014

Capítulo tres-La primera holeada

                       “No temas a los muertos, teme a los vivos que murieron en vida”
La noche estaba bastante despejada tanto que Henry se puso a bromear sobre las constelaciones, no es un genio pero por lo que sé de él, entro en el ejército por su padre, termino sus estudios en un centro militar y bueno esa es su vida, no me ha contado nada más, ni si Henry es su nombre, ni en que trabaja y ni siquiera porque nunca me deja sentarme delante, a no, eso sí, según él podría ensuciar la alfombrilla, o llenar todo de pelos.
Miré el reloj del coche <<Las tres menos cuarto de la mañana >> una buena hora para dormir o echar una cabezada, yo estoy demasiado cansada para dormir y Henry, parece que acabara cediendo al sueño.
-Henry, si quieres puedo conducir yo y tú te echas una cabezada aquí atrás -dije asomándome por un lateral para mirarle desde atrás.
-No hace falta, y no te atrevas a tocar el volante de este coche-me gruño-, mira allí tiene pinta de haber un sitio para aparcar y dejar el coche, quizás haya un motel o quizás toque dormir en el coche-dijo para terminar bostezando como si no hubiera dormido en días.
<<Que cabezón es, que le cuesta, sé conducir, no tengo tres años>>
Me deje caer en el asiento de nuevo mientras él aparcaba, yo no tenía intención de dormir y aun así no se me ocurría nada para matar el tiempo mientras él estuviese dormido. Termine saliendo de un salto del coche, para terminar girando sobre mis talones para inspeccionar el lugar. <<No me da buena espina>> pensé. Escuche a Henry acomodarse en el asiento para al menos dormir una hora, quizás algo más, pero ese no fue el único ruido que escuche. También una voz en mi cabeza, una voz que repetía con tono femenino una frase una y otra vez: Escóndete, ya vienen, escóndete ya vienen. Date prisa.
Deje escapar el aire un segundo, cuando me gire definitivamente vi lo que menos me imaginaba encontrar. Zombis. No distinguía nada en ellos, los escuchaba, los veía arrastrándose hasta nosotros, notaba como un nudo se creaba en mi garganta, empezando un ataque de nervios. Te lo avisé.
Como primer reflejo me subí al coche, ahogue un grito cuando una mano choco contra el cristal, haciéndome retroceder y golpearme la cadera contra el asiento. Me incorpore todo lo que pude, me abalance a asomarme al asiento delantero me quede mirando a Henry, no mas de diez segundos. Como primer intento lo sacudí y llame varias veces.No se despertó solo gruñía. Termine.Termine soltándole una bofetada.Como consecuencia se lanzo a por mi, terminando el con mala cara y yo contra el asiendo trasero. Tras unos cuantos gritos y explicarle la situación, se calmo.
-Yo me ocupo quédate aquí-me dijo mientras yo escuchaba el seguro de un arma, no tenia ganas de discutir, asentí.
-¿¡Tu eres imbécil!?-Le termine chillando echándome hacia delante para agarrar sus hombros-Es mejor que...
Algo llamo mi atención, ya estaban casi sobre nosotros, golpeando con las manos las ventanas, mostrando su podrido aspecto al igual que coreaban sus rugidos de tono gutural. Algo brillante y blanco que reflejaba la poca luz que daba la luna mientras se abalanzaba sobre aquellos seres, los cuales no dejaban de gruñir, lamentarse y soltar esos gritos tan característicos. Pude distinguir como cada miembro que aquel brillo surcaba, caía al suelo, cada grito me indicaba cuando moría uno de ellos, << ¿Cuántos son?>> mire por la ventana pero lo único que logre fue notar mi pulso acelerado por un ataque de adrenalina, me había apartado de Henry con brusquedad. Una cara putrefacta y desecha que se estampo reventándose contra el cristal. Entre toda la oscuridad pude distinguir un brillo carmesí que rápido se volvía hacia nosotros.
Estuve a punto de vomitar por aquello. Sal del coche, ven aquí fuera conmigo. Me baje del coche a regañadientes, observando lo que la oscuridad me dejaba, notando como iba caminando sobre los restos las sangre y demás vísceras, escuchando ya de lejos los gritos de Henry, la mayoría diciéndome que volviera, otros llamándome un poco de todo, pude ver un rastro de un líquido casi negro esparcido por el suelo, el charco que dibujaba junto al todo terreno y una esbelta y alta silueta, frente a mí.
-Estos bichos son realmente molestos ¿no crees?-cuando aquella silueta se giró hacia mi pude distinguir unos brillantes ojos, de un color anaranjado, casi rojizo. Una melena salvaje y alborotada y lo que emitía tanto brillo, una larga y fina espada que ahora ya no brillaba con luz blanca, si no que la luz se reflejaba sobre aquel líquido espeso y maloliente.
-Supongo…
-¿Nunca te habías topado con ellos?
-No...
-Siento mucho haber jodido el momento...-dijo mirando algo al todo terreno- soy Valquiria
Asentí despacio, con la mirada fija en ella, no tenía intención de decirle mi nombre a lo que para mí era una desconocida, armada y posiblemente no humana. Jugueteo un momento con la espada, al menos hasta que termino por enfundarla en su cadera, se acercó más a mí, con una sonrisa en la cara, lo poco que la luna iluminaba me permitía distinguir sus rasgos.
-Por aquí solo se puede ir a un sitio-continuo-supongo que te diriges a la ciudad, y se te nota; No te fías de mí, o quizás de los míos ¿eh?
-¿Sigue siendo una ciudad?-pregunte con la ceja arqueada-pensé que solo eran ruinas y caos.
-Tienes toda la razón-mi comentario la había echo reír-acabo de salvarte la vida ¿en serio no me dirás tu nombre?-su voz sonaba con sorna aun así no era una burla hacia mí era una burla sobre la situación. Pero yo seguí teniendo una duda ahora soy Ira o Victoria. Sacudí la cabeza, suspire, carraspee y tendí mi mano derecha hacia ella.
-Por lo que parece tu también vas hacia la ciudad.-dije mirando por encima del hombro al coche, distinguiendo a Henry en el asiento delantero-Soy Victoria
Estrecho mi mano, mirándome con lo que parecía una sonrisa en la cara, señalando sobre todo el todo terreno.
-¿Sois....?-dijo mirándome a mi.
-No, él me está llevando a la ciudad.
Al rato después de entrar yo y sentarme atrás, hable unos minutos con Henry. No tarde en oír un ruido en el cristal, el primero en girarse fue él. Me tiro encima la mochila y abrió la puerta.Valquiria había entrado y se había sentado en el asiento del co-piloto.
-No te había reconocido de lejos-dijo mirándole con una sonrisa-
-Se supone que debes ver en la oscuridad
-Sabes que eso solo pasa cuando … -se giro para mirarme-Hola de nuevo Victoria
Saludo con la cabeza mientras me quitaba de encima el peso muerto de la bolsa.
-¿Enserio vas a volver allí?-dijo de nuevo mirando a Henry, él se limito a arrancar y a asentir
-Y creo que ahora tengo que llevar a las dos
<<¿Que demonios esta pasando aquí?>>

Solo un par de horas después conseguí relajarme del todo, ellos dos se miraban de vez en cuando, pero sobre todo reinaba el silencio, la noche estaba siendo demasiado larga.
El sueño me atrapo, y fui consciente de ello cuando sobresaltada por una frase desperté. Por fin Henry había logrado aparcar, por fin Valquiria se había dormido, por fin todo parecía normal y estable.
Me lleve las manos a la cabeza como una niña empecé a hacer fuerza en mis sienes, como si quisiera expulsar algo que se había metido en mi cabeza.
<< Sal….Sal de mi cabeza...>>
Logre relajarme, expulsar aquella voz de mi mente. Pronto las ideas llegaron. <<A dónde vamos hay más peligros que en ningún otro sitio. Henry y Valquiria van armados…Pero yo tengo el… ¡Mierda!>>
Por primera vez. Después de mi pelea con Alice, de la desaparición de Dorian. De todos los problemas había recordado, lo había recordado. << ¿Cómo pude dejarlo en casa de mi padre?>>Pensé.
Había tardado casi tres días en recordar mi regalo de cumpleaños. Bueno, técnicamente el único que llamo mi atención.   No pude evitar recordar aquella frase, aquella pintoresca frase que Dorian había mandado grabar en el cañón de un revolver para mí. Aunque ahora que lo pienso… ¡Lleva quince años diciendo que no hay quien confié en mi con un arma!.

Me obligue a cerrar los ojos. De nuevo todo se volvió lejano y oscuro.

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