miércoles, 20 de agosto de 2014

Capítulo 1- Heridas del odio

-Me arrepiento de tantas cosas.-dije cabizbaja.
-¿Cómo cual…? ¿Las fotos en el espejo cuando crees estar sola?-La voz de Alice me saco de aquel agotamiento continuo. Me ruborice.
No había pasado más de una semana de aquello, yo aún lo recordaba como una conversación mental,  no quería abandonar aquellas últimas palabras que tuvimos, pero aun así ese recuerdo es mucho mejor que este momento. Perdida, avanzando por el estrecho borde de una carretera, hace horas que no noto mi blusa, el agua la ha pegado a mi como una segunda piel, mechones de pelo se abalanzan sobre mi cara, pegándose a esta,   note el color ahora apagado de este.
La lluvia me golpeaba y el frio (acompañado del viento) me azotaba, el escozor en la piel en la que las gotas azotan  es ya una molestia más, no menos importante que las demás.
Sacudo la cabeza y sigo andando, hasta avanzar unos diez metros, no noto que apenas hay coches en la carretera, hasta que unos brillantes focos me ciegan unos segundos y se paran a mi lado, no salgo de mi estado de automatismo, programado solo para andar.
-¿Va hacia algún lado concreto, señorita?-oigo que me dice alguien desde dentro de lo que aparte de focos es un todoterreno de un verde caqui oscuro.- ¿Podría acercarla?
Contesto a regañadientes:
-Me dirigía hacia Sorrows Hill.-Me permití unos segundos de escrutinio, pero no pude distinguir a nadie. “no puede ser peor que tú” recordé-Me vendría bien, gracias.
Pocos segundos después estaba en el asiento de atrás, acomodada en el asiento mirando la nuca del conductor.
-Mi nombre es Henry-oigo casi a los pocos minutos, es una voz no fría, pero si raspada y ronca.
-Encantada, Henry-digo antes de carraspear falsamente para aclararme-yo soy Ira.
Le escuche mascullar algo intangible y pronto estallo en carcajadas, ¿le había hecho gracia? ¿Se reía de mí?, sacudí la cabeza para apoyarla secamente sobre él apoya cabezas del asiento, seguía lloviendo y no parecía que fuera a escampar, mientras mi conductor temporal me contaba cosas sobre el yo me dedique a buscar con la mirada algo de civilización en aquel desierto surcado por la grieta y una carretera.
-No creo que pueda llevarte hoy a tu destino,Ira , quizás sería bueno buscar un motel y dormir esta noche.-Me dijo Henry sin asomarse del asiento, con la vista al frente como todo el camino que habíamos recorrido.
-Hum…Está bien-dije tras unos minutos pensando aquella oferta, era amable, me iba a llevar hasta ninguna parte, debía dejarle dormir y a mí tampoco me vendría mal descansar.
Quizás una hora y media más tarde, (según mi reloj) paramos, en mitad de la nada había un motel, pequeño y ruinoso, echo polvo, decorado a la antigua y con una mesera que se llamaba Virginia <<Tiene el mismo nombre que el estado >> pensé.                                                            Tras una larga conversación entre Henry y esa tal Virginia, y varias miradas dirigidas a mí, (yo estaba sentada en una butaca esperando) termino por darnos una habitación. <<No puedo dormir en la misma habitación que un desconocido…Podría ser un asesino, o un…>> No pude terminar mi monologo psicológico, Henry me había agarrado del brazo y prácticamente me arrastraba a la habitación.
Como el resto del motel, era pequeña, para dos personas algo incomoda, con un par de camas viejas con ropas de cama de poca calidad y muebles de madera, una televisión colocada sobre una cómoda, frente a las camas y un cuarto de baño enano con una ducha, un retrete y un lavabo.
-Es enano-mascullé de mala gana sentándome en una de las camas, la más alejada de la ventana y más cercana al baño, no tarde demasiado en descalzarme y tirar mis botas al suelo, las coloque junto a un radiador para que al menos a la mañana estuvieran secas o casi secas, cuando iba a hacer lo mismo con el resto de la ropa, repare en Henry, tosí de nuevo con falsedad y lo mire.-¿Podrías preguntarle a la mujer de la recepción si tienen ropa ¿
-¿Ropa?-repitió el con una ceja alzada, pareció caer en la cuenta-¡Oh!, si iré a preguntarla.
Salió dando un portazo, hacia un rato que intentaba adivinar que era aquel hombre, era extraño, pero no me parecía desagradable. Rasgos afilados, pelo negro largo, ojos color verde vidrio , bastante grandes y vestido enteramente de negro, y verde caqui, con un estilo militar, acompañado quizás de la máscara de gas que vi en el coche, aun así se había convertido en un sombrero de ala ancha.
Aprovecho que Henry se ha ido para quitarme los calcetines y la blusa y colocarlos en el radiador de la pared, no tarde en oír la puerta, alguien que llamaba fuerte con los nudillos, me abalance a cerrar las cortinas de la ventana y a abrir un poco para asomarme, vi que era Henry, y en efecto traía ropa. Saque el brazo por la puerta para cogerla y cubrirme con ella, no estoy desnuda pero no quiero que me vea en sujetador, podría pensarse lo que no es.
-Pasa rápido y quédate mirando a  la pared.-dije todo lo autoritaria que podía estar. Me obedeció sin discutir, mientras yo me dirigía al baño, para probarme la ropa, escuche los muelles de una de las camas, eso me indicaba que se había tumbado, quizás sentado en una de ellas. Chille varias veces cosas como “oh, venga ya” o “¿Me estas tomando el pelo?”,  las cuales coreaba Henry con carcajadas, termine con una camisa degastada de hombre, el resto no era ni mi talla, solo seria para dormir, y de lo malo, me servía de vestido, recogí mi melena en un moño y me puse un pañuelo como cinta de pelo.
Algún mechón pelirrojo cae de mi despeinado peinado y aun así lo que más resalta en mi es la falta de sueño, el agotamiento y el hambre.
Cuando después de probarme todas las prendas de ropa salgo y veo a Henry tumbado en una de las camas, la más cercana a la ventana, al menos ha respetado que yo quiero la otra. Le vi cómo me miraba fijamente y por un momento me pareció incluso atractivo, pero seguí sacándome quizás cinco años, no demasiados pero si notables, le arroje la ropa y me senté en mi cama con las piernas a lo indio, le mire sarcástica, viendo como me miraba con una duda en la cara.
-Ve a devolver la ropa, Henry-dije con cierta tenacidad.
Se levantó, mascullo algo y salió de la habitación cargando con la arrugada ropa, me tumbe en la cama y me tape con las sabanas, edredón y mantas.
Termine rodeando la almohada con los brazos y cerrando  los ojos, no me apetecía ver la tele, me quite la cinta y el moño. Para cuando Henry entra en la habitación yo ya estoy medio dormida, aun así lo oigo encender la tele y tumbarse en la cama. No tarda más de dos horas en dormirse, lo cual me da oportunidad para salir de la cama y   apoyarme en su mesita para mirarle más de cerca. <<Humano, desde luego es>>pensé mirándole de cerca<<seguro que no se ha dado cuenta de nada. >>
Me aparte de él y salí de la habitación, haciendo el mínimo ruido posible. Note el frió en la cara, el viento que corría era casi invernal, hacia horas que no llovía, aun así todo seguía empapado. <<Donde estas ahora, Dorian…Por qué insististe en no contarme nada…¡¡Por qué demonios me enamore de ti!!>>
Me deje caer sobre la barandilla del pasillo exterior, débil, con aquel grito aun en mi cabeza, porque tuve que enamorarme de un no-muerto, porque me duele el amor sin él, solo era un acechador, un cazador, un monstruo, pero aún recuerdo como en su momento lloro, lloro por mí. Y ahora e acabo, en un motel, con un desconocido, yendo directa a un pueblo que se supone que esta maldito, aún faltan quizás dos días de viaje, no conozco a mi conductor  y no sé por qué voy a buscar a Dorian.
Apoyo la cabeza sobre mis brazos, no tardé en oír una puerta abrirse, lo cual termina con una mano apoyada en mi hombro.
-Sé que tu nombre no es Ira, así que si quieres saber más de mí, primero deberás hablarme de ti, te prometo que no soy un asesino, ni un violador, ni nada de eso.
Me tranquilizo oír la voz de Henry a mis espaldas, levante la cabeza para mirarlo, mientras me conducía hasta la habitación. Se sentó en su cama, echado hacia delante, mirándome esperando a que me explicase. Carraspee y me tumbe en la cama mirando hacia el techo, con las manos sobre mi vientre.
-Mi nombre es Victoria. Soy la hija del Doctor Charles Strauss Lazarus, un científico destinado a tratar con soldados, heridos o con heridas psicológicas, adopte el nombre de Ira, cuando me metí en un mundo algo oscuro, cuando supe que podrían controlarme si conocían mi nombre, elegí ese.
-Conozco a tu padre, fui paciente suyo, y mi padre era amigo suyo. Estuvieron juntos cuando la base médica central se incendió por la obsesión de un pirómano. Tú padre hablaba mucho de ti, y tienes la misma mirada que él.-Me contó todo aquello como si quisiera emocionarme, quizás otra cosa. Me limite a asentir, sin apartar la vista de Henry, y ¿si el hacía lo mismo que yo? Quizás Henry no fuera su verdadero nombre,  quizás ni siquiera me hubiera contado la verdad, o tal vez sea que desde la semana pasada estoy paranoica, como lo que paso con Alice una hora antes, ¿qué pasaría si toda la gente que se acerca a mi estuviera en peligro? ¿Podría Henry morir por mi culpa?
Las dudas se amontonaron en mi mente durante el resto de la noche, no llegue a dormir más de dos horas, seguidas, preguntándome quien es realmente Henry, quien soy realmente yo, ¿porque me empeño en dejar abiertas todas mis heridas?, ¿porque me empeño en querer buscar a ese no-muerto?, ¿Por qué me enamore de él? A veces no se me responder ni siquiera yo, pero mi pregunta más importante ¿Por qué Henry ha aceptado cinco días de viaje para llevarme?
Termino levantándome de la cama a las siete menos cuarto de la mañana, maldiciendo a toda la familia de Henry, en susurros, me cambio en el baño y no tardo en salir, con mi ropa, ya calentita y seca, los radiadores funcionan demasiado bien, al menos desde mi punto de vista, y viendo el resto del motel. Con un bostezo me subo al todoterreno de Henry, estirando las piernas en el asiento de al lado, en el asiento del copiloto, pone una bolsa. <<No recuerdo haber visto esa bolsa anoche>>pienso con un suspiro,  mientras que coloco mis manos en la nuca y me acomodo, no me consigo dormir, estoy demasiado cansada como para dormirme.
Llegado un momento, mientras me incorporo, mi cabeza choca contra el techo por un bache, oigo a Henry estallar en carcajadas, mientras yo me ato el cinturón y medio enfrascada en mi mente me quedo mirando por la ventana, no es un paisaje bonito aun así, no tengo nada mejor que hacer aquí metida, con el idiota del asiento de delante.
-¿Cuánto queda de viaje en total?, es para ir acostumbrándome a tu compañía, Henry
Le oigo reír de forma seca y brusca aun así me mira desde el espejo retrovisor y sonríe tristemente.
-Cinco, quizás cuatro días, o puede que seis, no estoy seguro.-Resople con pesadez justo a tiempo para que vuelva a reírse de mi comportamiento, estoy segura de que no hay nadie dentro de mi círculo social que sea tan molesto como el, pero en fin es lo que me toca soportar para poder llegar a mi destino.
Paso el resto del viaje encogida en el asiento, mordiéndome la lengua para no empezar a comentar de forma violenta y sarcástica sobre Henry, de su forma de vestir, de su coche o derivados, en teoría mordiéndome la lengua, me estoy portando bien ósea sé que puede darse con un canto en los dientes. Al menos de momento.
Desvió la vista hacia la bolsa, tiene diseño de deporte,  aun así es lisa, solo de un color negro sin ningún logotipo o marca, solo con una chapa metálica con una iniciales: “H.S.E”
Posiblemente sean las iniciales de Henry, aun así no sé qué significaran esa “S” y esa “E”

No tardo en salir de mis pensamientos, sacudo la cabeza y me centro en la nada. Mirar por la ventana es desolador, solo hay desierto y no rueda en él ni una mísera planta rodadora, desolador, pero es el paisaje que nos acompañara hasta llegar a nuestro destino. Sorrows Hill.